El ODS 10, Reducir la desigualdad en y entre los países, es un objetivo clave porque atraviesa a todos los demás objetivos y deja las bases para la lucha contra la desigualdad extrema.
La desigualdad es persistente y obstaculiza el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y, en definitiva, las posibilidades del desarrollo. Con el fin de reducir la desigualdad deben aplicarse políticas universales que presten también especial atención a las necesidades de las poblaciones desfavorecidas y marginadas.
Actualmente el 10% más rico de la población se queda con el 40% del ingreso mundial total, mientras que el 10% más pobre obtiene solo entre el 2 y 7% de los ingresos.
La desigualdad de ingresos aumentó en un 11% en los países en desarrollo entre 1990 y 2010 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2019).
El Paraguay presenta unos altos índices de persistencia de la desigualdad; por encima del promedio de América Latina, que es una de las regiones más desiguales del mundo, superada solo por el África Subsahariana. Al analizar el promedio del coeficiente de Gini para el periodo 2010 – 2014, se observa que la desigualdad promedio en el Paraguay fue de 0,51, mientras que el promedio para la región fue de 0,49 (Commitment to Equity [CEQ], 2017, p. 7).
El coeficiente de Gini en Paraguay ha pasado de 0,542 en 1997, a 0,488 en 2017. Esto indica una reducción del 10% en la desigualdad de ingresos. Si se compara el valor del 2017 con el obtenido en el 2016, que fue 0,482, se evidencia que el indicador se mantuvo constante cerca al 0,48 (DGEEC, 2018).